El txakoli lo servimos frío y lo saboreamos en copa, para apreciar las sensaciones que nos trasmite esta bebida, como el color, el sabor y el aroma. Lo contamos en ¿Cómo se sirve el txakoli?. Pero… ¿sabes por qué las copas tienen diferentes formas?
El diámetro, la altura, el ancho e incluso el tipo de cristal de la copa están diseñadas según el tipo de vino en el que se van a servir. Según estas características, el vino llegará a diferentes partes de la lengua donde están nuestras papilas gustativas, y esto influirá en el sabor que percibamos: dulce, ácido o amargo.
Para empezar, la copa con la que bebemos txakoli es diferente a la del vino tinto por diferentes motivos:
el txakoli tiene que tener una temperatura, por lo tanto la copa será más pequeña y así no se disipe la temperatura.
La copa de txakoli tiene una abertura de la copa más estrecha, lo que hace que echemos la cabeza hacia atrás y así el líquido se dirige a la mitad de la lengua, lugar donde residen la mayoría de las papilas gustativas detectoras de la acidez.
La copa de vino tinto, por su parte, es más grande porque así permite la oxigenación del vino y así pueden volatilizarse las moléculas. Esta aireación de las moléculas permite que el vino se suavice en su reposo en copa.
Sabiendo que es diferente la copa de vino blanco y la copa de vino tinto, también tiene que tener unas características especiales:
- Ser transparente y brillante, para poder apreciar el color del vino.
- Con un pie de al menos 5 centímetros de altura, para que al sujetarla, no calentemos el vino.
- Ser redondeada, con las curvas definidas.
Además, hay que servirlo en una copa de tamaño medio, transparente y fina. Además, hay que agarrarla siempre del pie, ya que si no, calentaríamos el vino y no apreciaríamos totalmente su sabor.
¿Cómo es la copa en la que tomas txakoli?