El vino según su envejecimiento puede ser vino joven, crianza, reserva y gran reserva. Y estos a su vez, pueden ser blancos, rosados y tintos.
La diferencia entre los vinos jóvenes y los crianzas es que los jóvenes se embotellan después de la fermentación alcohólica y los crianzas pasan un tiempo en en barricas de roble.
La crianza del vino viene determinada por la permanencia de ese vino en barrica o en botella. La crianza en barrica aportará olores y sabores determinados al vino, según el tipo de madera, la edad de la madera e incluso el nivel de tostado de esa madera.
¿Qué tipos de vino tenemos según su crianza?
Vino joven o vino del año. Es el vino que no ha pasado ningún tiempo o muy poco tiempo en barrica. Este vino se comercializa en su primer año de vida y mantiene sus propiedades durante dos años.
Vino semi-crianza o roble. Esta categoría es intermedia entre los vinos jóvenes y crianzas. El vino semicrianza o roble ha pasado menos de seis meses en barrica más un tiempo de reposo en botella.
El vino crianza se comercializa el tercer año de vida, tras haber reposado en barrica un año. Después, envejece en la botella y se puede consumir de cinco a diez años de vida.
El vino reserva ha estado en barrica un año y en reposo tres años.
Y un gran reserva se elabora con uva de gran calidad. Una vez elaborado, descansa durante dos años en barrica y después, tres años en botella. Un vino gran reserva necesita para envejecer al menos, cinco años.
Su consumo
Los vinos están diseñados para consumirlos en el tiempo recomendado. Tenemos que tener en cuenta que el vino es un producto vivo y en constante evolución.
Los vinos jóvenes se comercializan para que se consuman en un plazo breve de tiempo, se consumen a corto plazo. Los vinos blancos y rosados tienen su mejor momento en los primeros meses y después irán mermando poco a poco sus aromas, pero se pueden consumir durante un año. El vino crianza tiene una media de vida de cuatro años. El reserva, hasta 10 años. Y el gran reserva, 15 años o más.